domingo, 17 de octubre de 2010

EL RETORNO (1955) de Jose Agustín Goytisolo



La primera toma de contacto con la lírica de Goytisolo sorprende por su sobriedad, su mesurada intensidad en las propuestas y una cuidada ordenación de llantos, sentimientos encontrados y desesperación en la meditada y garabateada temática del libro.

En realidad este primer libro podría llamarse El retorno de Julia Gay, madre del poeta que se vió segada por un bombardeo en 1938 cuando éste contaba sólo 10 años; la idea del regreso de su imagen o su recuerdo o su ausencia va oprimiendo las páginas de la obra, enterneciendo sus potentes paisajes y adormeciendo alucinaciones y visiones que quieren aferrar esos instantes de la memoria con un pulso desolado y herido.

Un díficil tema el de la pérdida tras la muerte y más si ésta ha acontecido de un modo tan inesperado, embrutecido e injusto... 21 secuencias en que el poeta va trazando círculos en trono al ser perdido desde las múltiples perspectivas con que se puede digerir la tragedia.

Abre "Sobre vosotras aves" un pórtico sucinto, sobrio donde el poeta clama, pide y llora ''un espacio para tanta muerte'', le sigue "Cae la muerte" casi un ejercicio del instante y que queda algo cojo sobretodo respecto a su precedente, "Al lado de los vivos" aporta una interesante metáfora respecto al olvido y a la vergÜenza que desataron estas aberraciones, este estúpido derramamiento de sangre. "Salud abandonados" parece arremeter contra la representación misma de su anhelo; en todos estos y en los que quedarán por venir el poeta cuelga siempre la palabra muerte de forma insistente, obsesiva, como escondite, como refugio o simiente. "Cercada por la vida" cierra este primer grito, con algunos de los versos más enamorados y terribles de la poesía española ''Donde tu no estuvieras / como en este recinto cercada por la vida / en cualquier paradero conocido o distante / leería tu nombre'', brutal, emotivo, uno de los poemas más acertados y perdurables.

Recuperamos la solemnidad con el "No en tu casa" una especie de descripción metafórica de los hechos con versos enrevesados y contundentes como ''Y sucedió sin aire / sin luz que por tal odio / la multitud de afanes le dio sentencia y forma''. "Por los bastardos" es una especie de justificación donde el poeta adeuda ese valor de dar testimonio donde se asimila a perdedores, luchadores de la verdad, incluso ''por todos los mal nacidos de la tierra / estás sólo presente en mi recuerdo''; con "El silencio profanado" el poeta ataca a los ritos cristianos con ironía tachándolos de perturbadores de ese plazo de paz con versos contundentes como: ''Lo que mis maldiciones valgan / es difícil saberlo. No espero / mucho de ellas. / Pero aún así es hermoso alzar los labios / -oliendo a vino triste- / y pronunciar las frases del ritual / blasfemo'', a recuperar. Increíble elección toma el autor en "Sabemos el papel" donde sale de su estado de sufrimiento y reflexiona y se graba desde la distancia del espectador o del analista relativizando el impacto de hecho tan angustioso ''Sucede siempre igual: / una mujer que muere un ser contiguo/ que maldice y pregunta... / ¡ Hemos vivido ya nuestra existencia / tantas y tantas veces!'' y acaba con ese estremecimiento de ''Alguién debe de aplaudir desde algún sitio'', maravilloso. En cambio "Como la piel de un fruto" no deja de ser un ejercicio sentimental comprensible sin nada con lo que abanderarse aunque destila ternura por los cuatro costados, cierra esta segunda oleada otro poema increíble que nos obliga a hacer una parada "Un sitio entre las rosas" que parece una especie de confesión íntima a su madre, una reunión de elementos conformantes de la posteridad y del recuerdo tan anhelado, vamos a desleír su contenido:

''Arrebatada por el odio
disuelta en el dolor absoluto de las cosas
me dejate una herencia de suspiros.

Como tú sufro por los días
que han de venir por los males que acechan
por los niños que claman su turno
en nuestra sangre.

Desde este lado se puede aún pensar
en lo que nos aguarda.
en lo que por las noches se fragua
al margen de los sueños.

Es hermoso soñar como un puente
de la vida a la sombra: sonreír
ser objeto de luchas enconadas...
Si amanecemos viejos comenzamos
el mundo una vez más. Con el jabón del alba
la máscara aparece.

Pero tú ya acabaste. Desde aquí mis deseos
te procuran un sitio entre las rosas.

No sé lo que será de mis deseos.''


Un nuevo tono, una nueva intimidad nos asalta con ese tan personal "A ella y a ti os pregunto" donde también implica a su hermano y que aún imperfecto es tan arrebatador, tan sentido, tan vivido que no podemos dejar de salpicar algunos momentos: '' De ella de mí de todo / te separaron. Pero el tiempo / te ha devuelto a su abrazo. / A ella y a ti os pregunto / si es posible que todo lo que amé / sea sólo un engaño.'' rematando ese obsesivo auxilio y desolador embargo con las últimas estrofas ''Pero no importa. Vivo / sobre las ruinas. Amo / Decidme sí decidme / -aunque no pueda oírlo / aunque no lo crea- / que nada ha terminado.'' que todos tantas veces hemos susurrado ante la fatalidad. Parece pues que en esta nueva incursión el poeta empieza a apuntar detalles, a colorear los esbozos de grafito con excursiones de realidad, datos... haciendo más presente, más directas sus vivencias así en "Como páginas lentas" confiesa ''Aquel año se me ha quedado muerto / en el corazón / clavado en la memoria'' o en el sencillo y delicado, casi cotidiano "Una palabra sola" evoca la intermitencia de ese vacío, de esa fútil espera, de la lamentada rutina donde ''No entendimos entonces el regalo / total de tu presencia: ver / escuchar una palabra sola'' o el inocente "Nombre de mar" donde el niño susurra sollozante ese sempiterno ''Tenías que volver'' y va más allá recordándonos el auténtico estallido de realidad o mejor de consciencia de auténtica realidad que la muerte nos depara ''Nosotros en secreto negábamos tu muerte / como se niega un dios'' y nos paraliza del todo entumecidos con una de las mejores evocaciones de toda la poesía española, ay qué "Mujer de muerte":

''Lo que tú hubieras sido
ha quedado en el aire
perdido para el tiempo.

Las cosas que no hiciste las canciones
que nunca cantarás
los días nuevos
que te correspondían
los deseos
la rueda de las voces abiertas en tu oído
toda tu larga sombra proyectada al futuro.

Porque escucho el sonido falso de mi moneda
el chocar contra el mármol
de tu terrible ausencia
te amo mujer de muerte.

¡Ah lo que hubieras sido!''

Quién no ha recitado estos pensamientos en su interior ante la irreparable pérdida. Ya siguiendo este nuevo hemistiquio que hemos ido perfilando con la lectura "No dejes no" nos deja completamente tocados con uno de esos trances de herida e indescriptible intimidad, un espejo donde nos encontramos al creador llorando, destrozándose de impotencia y dudas suicidas ''Tacto febril amor cuando en las noches / conversas con mi piel cuando apareces / brotando entre los cuerpos cotidianos / deshaciéndote en golpes / no dejes no que las primeras luces / empañen mi contorno / que la palabra rompa este momento / de comprensión total''. "El jardín era sombra" vuelve a acercarse a recuerdos, sabores perdidos, frases de cariño y cuidados maternos; también "La fogatas" retrotrae esos momentos cotidianos en aquel tiempo tan corpóreos y ahora tan desesperadamente necesarios hasta el punto que el observador rasca y agudiza su troceada memoria hasta sosegarse con palabras de alivio. Después de estas escenas añejas y pasadas el poeta torna de nuevo a su dolor con el nervioso y rendido "Tu mirada hacia el fondo" del que recupero ese ''¿Qué qué qué? ... En el odio en el sueño en la alegría / en el abrazo del amor -¿qué qué?- / a través de mi cuerpo / tu mirada hacia el fondo se mantiene.'' que me desviste de toda distancia, del privilegio de espectador o tímido lector y yo también recupero ese preguntar incesante, desbocado, fuera de sí hasta que "Cuando todo suceda" amanezca con la imposible reunión, la redención sesgada, el deseo niño de reencuentro y lágrimas de deuda que lo disfrutéis:

''Digo: comience el sendero a serpear
delante de la casa. Vuelva el día
vivido a transportarme
lejano entre los chopos.

Allí te esperaré.

Me anunciará tu paso el breve salto
De un pájaro en ese instante fresco y huidizo
que determina el vuelo
y la hierba otra vez como una orilla
cederá poco a poco a tu presencia.

Te volveré a mirar y a sonreír
desde el borde del agua.
Sé lo que me dirás. Conozco el soplo
de tus labios mojados:
Tardabas en llegar. Y luego un beso
repetido en el río.

De nuevo en pie siguiendo tu figura
regresaré a la casa lentamente
cuando todo suceda.''

Una obra como se ve digna de recuperar y muy ilustradora y aún más alumbradora de esos estados de agonía y hundimiento personal y espiritual; Goytisolo volvería a rascar en su superficie de niño este recuerdo con Final de un adiós (1984) 29 años después cerrando esas lágrimas dejándolas al vuelo de la eternidad.
Fue accésit del premio Adonais en 1954 y editado en 1955 por Ediciones Rialp

2 comentarios:

  1. En el aprendizaje de la poesía, hay un camino sin retorno en el que el horizonte se ensancha ante nuestras emociones.

    No conozco la obra de Goytisolo como no conozco la de tantos poetas, por lo que este primer post abre ese camino y ensancha mi horizonte. Las emociones son un manantial cíclico, y el camino, uno nuevo, en esta nueva tertulia.

    Gracias, Nacho.

    Abrazo fuerte y saludos a los contertulios.

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  2. Hola Nacho, conocí a José Agustín una noche en Sevilla cuando presentaba su poemario "La noche le es propicia". Tuve la suerte de hablar con él de poesía con unas cervezas de por medio mientras sonaba de fondo "Palabras para Julia".
    Bonito homenaje a este poeta popular.

    Un saludo.

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