lunes, 6 de diciembre de 2010

Poesía Contemporánea Iraní

Hace tiempo emprendí un buceo personal por la poesía iraní, en particular, y la poesía árabe en general. Me asombra, me conmueve, me deja en estado de plenitud y al tiempo, de desgarro, esa poesía en la que la cosmovisión permite encontrar la magia en todas las cosas, y también el dolor en todas las cosas. Es una poesía en la que nunca hay esplendor, porque siempre el poeta desgarra en sus versos el dolor por su tierra, por su historia, por el mundo en que, viva o no viva, tiene esas raíces que no corta porque, sino, dejaría de ser.

De la Antología de Poesía Contemporánea Iraní, extraje éste poema que me resulta tan signicativo y profundo en su brevedad, un poema en el que la metafísica abunda en los símbolos, en el que se habla mucho más en lo que no se dice, en los que penetra la sensibilidad del poeta en el lector, para abrirse como una flor en el interior, una flor con espinas.

El llanto del Manzano
Hushang Ebtehadj
Irán (1927-) 



La noche se estaba poniendo,
entré y cerré las ventanas. 
El viento estaba luchando con las ramas.




Entiendo, en este verso, la lucha del viento con las ramas, habla de la resistencia del hombre hacia aquello que es ineludible. Si no hay flexibilidad, esas cosas pueden quebrarnos, rompernos, desarmarnos y aún, arrancarnos de cuajo del lugar donde estemos parados y que podemos sentir nuestro, aunque nada lo es completamente.

Yo, a solas, en esta casa solitaria,
sentí la tristeza de todo el mundo en mi corazón.

La soledad reafirmada en el "yo, a solas, en esta casa solitaria". No es sólo su soledad, sino el vacío de una casa donde estamos solos, el silencio que habla desde fuera y desde dentro. Podemos habitar la soledad de esa casa con nuestra propia soledad y nuestras propias imágenes. Esa casa tiene nuestros muebles, nuestras ventanas, nuestro viento, porque al sentir tristeza, la siente por todo el mundo, y su corazón es un gigante que envuelve a la humanidad toda, al hombre luchando contra la adversidad.

De repeten sentí que alguien,
allá afuera,
estaba llorando

Esta imagen me recordó a la poesía japonesa, en su intensidad en esa imagen final: el llanto de la naturaleza en la flor de manzano. El llanto del hombre en la soledad. El llanto como expresión superlativa de dolor. Pero la luz de la mañana, también, permitiendo ver esa belleza surgida del dolor, lo que sobrevive a la lucha, lo que queda tras la tormenta, tras el viento, tras el desafío de continuar: lágrimas que se convierten en rocío, mañanas que devuelven luz a lo que nos ha desvastado.

Y nos reconstruimos, volviendo a florecer.



Disculpen, no sirvo para el análisis literario, sólo puedo hablar de lo que significa para mí la poesía, ésta poesía que recomiendo conocer, porque la poesía árabe es un universo de belleza y cuyos símbolos embelesan.

Abrazo a todos.