martes, 19 de octubre de 2010

Escritos políticos y morales (Césa Salazar Bondy, Perú:1954-1965)



Entre los autores peruanos de todos los tiempos (con lo significativo que resulta descubrir la poesía de Perú), elijo a uno que no alcanzó el premio Nobel, como su compatriota Vargas Llosa, pero que sin embargo comparte uno de los lugares más destacados junto a él en la literatura peruana y latinoamericana. Y sin embargo, es casi un desconocido. Contradicción de los mapas literarios de nuestros tiempos, privilegio, asimismo, que estos mismos tiempos, con sus recursos tecnológicos, permite superar la falencia de no haberlo conocido antes.
Leerlo fue sentir el impacto de las entrañas de una cultura tan particular como la de su país, en el eje de la respiración.
Sebastián Salazar Bondy no fue solamente poeta. Fue, en todo caso, un  hombre comprometido con su tiempo a través de una producción literaria que abarcó la narrativa, la crítica, el periodismo, la dramaturgia y, por supuesto, la poesía.
No me siento capacitada para hacer una crítica de su obra, sólo ofrezco una semblanza para que, cada quien, ahonde en ella. Y en ese contexto, puedo decir que la figura desgarbada de Sebastián Salazar Bondy atrapa a través del sepia de la fotografía que acompaño, que habla tanto de él, del mismo modo que atrapa su obra toda.
El presente poema, que considero caracteriza el pensamiento de Salazar Bondy, forma parte de "Escritos Políticos y Morales", (Perú, 1954-1965) digitalizado por la Universidad Mayor de San Marcos y que podrán consultar aquí y bajar en PDF.


Considero una misión el transmitir al mundo la obra poética de los autores latinoamericanos que escapan a los acotados límites que han fijado los programas universitarios europeos, puede que éste sea un camino que se abre para que alguien conozca a este autor indispensable para comprender la identidad peruana en particular, en el marco de la cultura latinoamericana en general.

Una de mis poesías preferidas, sin dudas, esta "Confidencia en Alta Voz"

Pertenezco a una raza sentimental,
a una patria fatigada por sus penas,
a una tierra cuyas flores culminan al anochecer,
pero amo mis desventuras,
tengo mi orgullo, doy vivas a la vida bajo este cielo mortal
y soy como una nave que avanza hacia una isla de fuego.

Pertenezco a muchas gentes y soy libre,

me levanto como el alba desde las últimas tinieblas,
doy luz a un vasto campo de silencio y oros,
sol nuevo, nueva dicha, aparición imperiosa
que cae horas después en un lecho de pesadillas.
Escribo, como ven, y corro por las calles,
protesto y arrastro los grillos del descontento
que a veces son alas en los pies,
plumas al viento que surcan un azul oscuro,
pero puedo quedarme quieto, puedo renunciar,
puedo tener como cualquiera un miedo terrible,
porque cometo errores y el aire me falta
como me faltan el pecado, el pan, la risa, tantas cosas.

El tiempo es implacable como un número creciente

y comprendo que se suma en mi frente, en mis manos,
en mis hombros, como un fardo,
y pertenezco al tiempo, a los documentos, a mi raza y mi país,
y cuando lo digo en el papel, cuando lo confieso,
tengo ganas de que todos lo sepan y lloren conmigo.

2 comentarios:

  1. es brutal este poema Adriana, hasta ahora no me había parado a leerlo detenidamente, que fácil puede resultar marcar una hagiografía tan precisa del sentimiento de pertenencia, de la añoranza, esa fragilidad... le estaba diciendo a Kontri que voy a darle nuevo impulso a esta geografía lírica ya os mando un correíto

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  2. Vale, Nacho. Sin dudas, ese poema de Salazar Bondy es uno de mis preferidos por ese descarnado abrirse en todas las direcciones para decir: este soy, así soy, aquí estoy.

    siempre cuentas conmigo, aunque creo que no es mucho lo que puedo aportar en comparación con gente que sepa más del tema. Sólo soy una lectora de poesía y en ello, encuentro mucho motivo para seguir siéndolo.

    Escribir aparcado por ahora, formarse, más difícil aún. Pero siempre queda el poder leer.

    beso, Nacho.

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